Había prometido varios textos de Paco Sánchez. No cumplí totalmente. Aquí va otro, que habla del verano (julio para los europeos, pensemos en enero nosotros)... DE JULIO me gustan el fresco de las mañanas y el sol de las tardes. Las mañanas de julio son como un examen de conciencia. Las disfrutas si nada pesa en el corazón. Esa brisa con olores tenues de verano que te envuelve al salir de casa y quiere entrar entera en los pulmones, agrandarlos, al tiempo que tonifica la piel con un escalofrío agradable, esa brisa fresca y aromatizada produce una cierta levedad que alegra el cerebro y los ojos de la gente siempre y cuando anden sin deudas en el lado izquierdo del pecho. Si son sólo pesares, tristezas, angustias pequeñas y otros males de menor cuantía, las mañanas de julio pueden incluso curarlos. Tienen esa virtualidad que jamás niegan a los madrugadores de mirar limpio y afanes generosos, por muy apesadumbrados que amanezcan. Debe de ser cosa de ese sol blanco, que aún no se ve entre
alternando reflexiones