El nombre de mujer Carmen de nuestro rico idioma castellano es verdaderamente hermoso, pues significa "poema, poesía". De ahí el famoso adagio latino "Nulle dies sine carmine"... ni un día sin poesía.
¿A qué viene esta disquisición?. Viene a colación de una anécdota de mi último viaje a Europa que quisiera contar.
Resulta que con este lema Ni un día sin poesía, el ayuntamiento de Madrid junto con el Ministerio de Cultura de España realizaron (y todavía realizan) una campaña llamada "Libros a la calle". Que consistía en, por ejemplo, pegar posters con poesías o textos significativos de autores nacionales en lugares públicos.
Transcribo aquí el primero que encontré del gran Federico García Lorca (1898-1936), y que obviamente me gustó mucho. ¿Dónde estaba expuesto? Dentro del "metro"... en porteño: en el subte.
Gacela del amor imprevisto
Nadie comprendía el perfume
de la oscura agnolia de tu vientre.
Nadie sabía que martirizabas
un colibrí de amor entre los dientes.
Mil caballitos persas se dormían
en la plaza con luna de tu frente,
mientras que yo enlazaba cuatro noches
tu cintura, enemiga de la nieve.
Entre yeso y jazmines, tu mirada
era un pálido ramo de simientes.
Yo busqué, para darte, por mi pecho
las letras de marfil que dicen siempre.
siempre, siempre: jardín de mi agonía,
tu cuerpo fugitivo para siempre,
la sangre de tus venas en mi boca,
tu boca ya sin luz para mi muerte.
De Federico García Lorca
en Diván del tamarit
¿A qué viene esta disquisición?. Viene a colación de una anécdota de mi último viaje a Europa que quisiera contar.
Resulta que con este lema Ni un día sin poesía, el ayuntamiento de Madrid junto con el Ministerio de Cultura de España realizaron (y todavía realizan) una campaña llamada "Libros a la calle". Que consistía en, por ejemplo, pegar posters con poesías o textos significativos de autores nacionales en lugares públicos.
Transcribo aquí el primero que encontré del gran Federico García Lorca (1898-1936), y que obviamente me gustó mucho. ¿Dónde estaba expuesto? Dentro del "metro"... en porteño: en el subte.
Gacela del amor imprevisto
Nadie comprendía el perfume
de la oscura agnolia de tu vientre.
Nadie sabía que martirizabas
un colibrí de amor entre los dientes.
Mil caballitos persas se dormían
en la plaza con luna de tu frente,
mientras que yo enlazaba cuatro noches
tu cintura, enemiga de la nieve.
Entre yeso y jazmines, tu mirada
era un pálido ramo de simientes.
Yo busqué, para darte, por mi pecho
las letras de marfil que dicen siempre.
siempre, siempre: jardín de mi agonía,
tu cuerpo fugitivo para siempre,
la sangre de tus venas en mi boca,
tu boca ya sin luz para mi muerte.
De Federico García Lorca
en Diván del tamarit
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